Seguramente, la frase “siento que vivo en piloto automático” te resulta familiar. Bien porque la dices tú mismo o porque la escuchas mucho en tu círculo. Lo cierto es que vivir de esa manera, en este mundo de la inmediatez en que nos movemos, resulta bastante común. El estilo de vida acelerado, monótono y repetitivo, hace que la mayoría de las personas se percaten solamente de un pequeño porcentaje de todas las actividades que hacen en el día a día. Esto es posible gracias a nuestra memoria, que es capaz de almacenar comportamientos repetidos y llevarlos acabo sin necesidad de atención. Algo similar ocurre con los pensamientos automáticos.
Éstos se repiten muchas veces y tienen gran influencia sobre las emociones. Causan lo que se denomina rumiación cognitiva y, por lo general, están cargados de una percepción negativa del individuo. Y son precisamente los contenidos negativos los que establecen conexiones mentales más fuertes que los positivos. Aparecen con gran fuerza e intensidad, por lo que suponen una alta convicción de que lo que se piensa va a ocurrir.
Además, son involuntarios. Aunque no se desee tenerlos y se hagan esfuerzos para ello, aparecerán. Hasta el punto de que en muchas ocasiones no se percibe el pensamiento, sino que se siente que solo hubo emoción y acción. Por ejemplo, pensamientos como «no sirvo», «no valgo para nada», «todo lo hago mal» o «soy un fracaso» son suficientes para ir desarrollando una conducta de evitación de cualquier actividad que se considere útil. Porque ya se ha creado una creencia irracional y la memoria la ha registrado tantas veces, que muchas vivencias harán que se active.
Cómo gestionar los pensamientos automáticos
Te dejamos pautas que te pueden ayudar a identificarlos y, así, actuar ante ellos:
- Los pensamientos automáticos negativos, igual que los intrusivos, están relacionados con distorsiones cognitivas. Para poder identificarlos, podemos registrarlos con el objetivo de ver qué distorsión o creencia cognitiva está detrás del mismo. Es un proceso complejo que requiere de ayuda profesional y mucha atención, ya que lo que queremos conseguir es que aquello que es automático deje de serlo.
- Otra manera para contrarrestar estos pensamientos es insertar, de manera consiente, otros positivos. Lo difícil de esto es que decirse cosas “bonitas” está sobrevalorado, porque al no estar este tipo de autoafirmaciones registradas en la memoria, hay dificultades para recordarlas y pensar en ellas.
- Una vez identificado el pensamiento, podemos determinar si es útil o no. ¿Tengo dudas de que es cierto?, ¿confundo pensamientos con hechos?, ¿me ayudan?, ¿me hacen sentir bien?, ¿me vale la pena pensar así?.
Estos pensamientos pueden llevarnos a estados emocionales muy aversivos. No dudes en ponerte en contacto con algún profesional para aprender a gestionarlos.
Por Alicia Fonseca