¿Qué es el duelo?
El duelo es un proceso que experimentamos para asimilar la nueva situación tras una pérdida, o ante una pérdida próxima. Esta pérdida puede ser de varios tipos: el fallecimiento de una persona cercana, una ruptura de pareja, la pérdida de un puesto de trabajo, una ruptura con una amistad importante, una enfermedad que modifica la calidad de vida…
Es un proceso natural donde en los momentos iniciales se considera normal que se produzcan algunas respuestas muy intensas en distintos niveles:
- Fisiológica: vacío en el estómago, opresión en el pecho, opresión en la garganta, hipersensibilidad al ruido, sensación de despersonalización: “nada parece real”, falta de aire, debilidad muscular, falta de energía, sequedad de boca…
- Cognitiva: incredulidad, confusión, preocupación excesiva sobre el fallecido, sentido de presencia (notar al fallecido presente), alucinaciones…
- Conductual: sueño alterado, soñar con el fallecido, trastornos alimentarios, conducta distraída, aislamiento social, evitación de lugares y situaciones que le recuerden al fallecido, buscar y llamar en voz alta, hiperactividad llorar, visitar lugares y llevar objetos que le recuerden, atesorar objetos del fallecido…
Inicialmente, cuando nos comunican un fallecimiento o una mala noticia, lo habitual es que se dé tal impacto que genere una respuesta de incredulidad, incluso de negación “Esto no me puede ocurrir a mí”, “Seguro que ha sido un error”, “Se ha equivocado”,…
Poco a poco vamos asimilando la noticia y se empiezan a experimentar un torbellino de emociones mezcladas.
Además en el proceso se dan una serie de fases del duelo donde al principio predomina el enfado y la rabia, como respuesta a una situación que no queremos y contra la que nos rebelamos y en momentos posteriores comienzan a aparecer la tristeza siendo fundamental para asimilar la nueva situación. Las circunstancias de la muerte o del cambio inesperado pueden incidir en su asimilación.
Existen algunas circunstancias facilitadoras como que se comunique la mala noticia de forma adecuada, que se tenga información (por ejemplo: de la enfermedad) para poder ir asimilando la nueva situación, que se considere natural (fallecimiento de una persona muy mayor), que no se den circunstancias traumáticas, que la persona se haya podido despedir del fallecido…
También existen algunas circunstancias que dificultan el proceso como un fallecimiento imprevisto (por accidente, en ausencia de enfermedad), muerte traumática (homicidio, suicidio, agresión, desaparición del cuerpo,…), fallecimiento de un hijo, falta de información sobre un diagnóstico fatal, comunicación inadecuada de la mala noticia…
Superar el duelo es uno de los mayores retos a los que todos nos enfrentamos en nuestra vida. A pesar de esto, en la mayor parte de los casos el duelo se resuelve con el paso del tiempo y la persona puede continuar con su vida, pero si no se consigue elaborar la pérdida o el proceso no se asimila de forma natural se produce lo que llamamos un duelo complicado o patológico.
¿Cómo te ayudamos? Nuestro Tratamiento.
Desde Actúa Psicología, una vez analizado y evaluado detalladamente la problématica planteamos junto con la persona un plan de tratamiento que atienda a sus necesidades específicas identificando los aspectos clave que están dificultando el proceso, para poder favorecer su asimilación.
Nuestros objetivos principales para el abordaje del duelo son:
- Acompañar a la persona en el proceso. Es imprescindible el papel de la escucha activa, validando la experiencia dolorosa de la persona, y creando un espacio de calidez que favorezca la expresión emocional en ausencia de juicio.
- Trabajar en aceptar la realidad de la pérdida.
- Gestionar las emociones y el dolor
- Preparar junto con la persona para un entorno en el que existe la perdida.
- Reubicar a la persona y activar su correcto funcionamiento en las distintas áreas de su vida.
Trabajamos desde la integración de las orientaciones cognitivo conductual sistémica y humanista lo que nos permite funcionar con distintas técnicas avaladas científicamente por su eficacia en la aceptación y asimilación del proceso de duelo.