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Trastornos de personalidad

¿Qué son los trastornos de personalidad?

Cada uno de nosotros nacemos, sin elegirlo, con una personalidad, es decir con rasgos que nos caracterizan. A medida que vamos creciendo, nuestra personalidad innata (genética) va mezclándose con lo que aprendemos a lo largo de nuestra vida, cuando interactuamos con nuestro ambiente.

Pensamos, nos comportamos, nos relacionamos y sentimos según nuestro entorno y nuestra genética.

Cuando algunas de esas características de personalidad se convierten en un patrón de pensamiento extremista, genera emociones desagradables y dan lugar a comportamientos rígidos o poco adaptativos, se puede considerar que existe un trastorno de personalidad.

Las personas con un trastorno de la personalidad generalmente no son conscientes de que su comportamiento o sus patrones de pensamiento son inapropiados, por el contrario, a menudo creen que son normales y correctos. De hecho, aunque estos trastornos se diagnostican en la juventud o etapa adulta, los primeros signos  que indican que podemos sufrir un trastorno de personalidad en la etapa adulta suelen manifestarse desde la infancia.

Suelen tener problemas en distintas áreas de la vida, incluyendo el funcionamiento social y laboral, y suelen tener habilidades de afrontamiento pobres y dificultades para formar relaciones sanas. Los trastornos de personalidad suelen surgir en la adolescencia y continúan en la edad adulta. Pueden ser leves, moderados o graves, y es posible que estas personas puedan tener períodos de remisión en el que funcionan relativamente bien.

Los trastornos de la personalidad parecen estar asociados a factores genéticos y ambientales. Respecto a estos últimos, las experiencias de angustia, estrés o miedo durante la infancia, así como el maltrato, el abuso o la negligencia emocional, podrían afectar al futuro desarrollo de dichos trastornos.

De esta manera, podríamos diferenciar una personalidad saludable de ciertos rasgos que pueden indicar un trastorno de personalidad:

Rasgos de una personalidad saludable:

  • Buena adaptación al ambiente social y buen afrontamiento de situaciones diarias.
  • Comportamientos autónomos, hechos por si solo.
  • Comportamientos adaptados a la situación y a la normalidad.
  • Ven los problemas y dificultades como son.
  • No entran en círculos viciosos, y si entran, pueden salir.
  • Son flexibles y se adaptan a la situación.
  • Su manera de comportarse es saludable, sin riesgo ni hábitos patológicos.
  • Menos vulnerabilidad para enfermar.

Rasgos indicadores de un trastorno de personalidad:

  • Mala adaptación al ambiente social y mal afrontamiento de situaciones diarias.
  • No es capaz de comportarse autónomamente, y si lo hace, es de manera anormal a lo común.
  • Comportamientos rígidos o extremos.
  • Tienden a la exageración e intensificación de las dificultades y problemas.
  • Entran constantemente en círculos viciosos no pudiendo salir de ellos.
  • Son inflexibles.
  • Posibles conductas de riesgo, hábitos tóxicos relacionados con la aparición de determinados problemas.
  • Vulnerables a la aparición de ciertas enfermedades (cardiopatías, problemas digestivos…)

Existen distintos tipos de trastornos de personalidad:

  • Trastorno de la personalidad paranoide.
    Este trastorno se caracteriza por una desconfianza generalizada hacia los demás, incluyendo amigos e incluso la familia y la pareja. Como resultado, la persona se siente vigilada y bajo sospecha, y está constantemente buscando pistas que validen sus teorías conspiratorias. A menudo distorsionan o exageran las experiencias, buscando intenciones malévolas en los demás o signos de agravio que alimenten sus sospechas. Suelen desarrollar celos patológicos y les cuesta mucho olvidar las ofensas.
  • Trastorno esquizoide de la personalidad.
    Estas personas muestran conductas de distanciamiento de las relaciones sociales, por lo que suelen parecer frías y solitarias. No suelen disfrutar de las relaciones con los demás, prefieren la soledad y no suelen tener amigos íntimos. Por tanto, no desean ni disfrutan las relaciones cercanas, eligen trabajos y actividades solitarias y muestra frialdad emocional.
  • Trastorno de la personalidad esquizotípica.
    Se caracteriza por rarezas en la apariencia, el comportamiento y el habla; por experiencias perceptivas inusuales, y anomalías en la manera de pensar. Se aíslan porque poseen de un afecto inapropiado y ansiedad social. Tienen problemas para relacionarse por su frialdad y porque se muestran distantes. A menudo también manifiestan comportamientos excéntricos y suspicaces.
  • Trastorno de personalidad antisocial
    Estas personas no tiene en cuenta las normas y obligaciones sociales, suelen ser agresivos, fácilmente irritables y carecer de sentimiento de culpa, y parece no aprender de la experiencia. Esta persona desarrolla un patrón de desprecio por los demás y no duda en violar sus derechos. No muestran remordimientos cuando lastiman o engañan a los demás y actúan de manera irresponsable, aunque ello les acarree problemas.
  • Trastorno límite de la personalidad.
    A menudo se sienten vacías y abandonadas, y pueden tener dificultades para hacer frente a los acontecimientos estresantes. Tienen una personalidad cambiante, y dudan de todo. Pueden pasar de momentos de calma a momentos de ira, ansiedad o desesperación en solo unos segundos.. Estas personas viven sus emociones al máximo, y sus relaciones amorosas son intensas, porque idolatran a la otra persona. Se trata de personas que mantienen relaciones muy inestables. Tienen un miedo extremo a ser abandonados. Suelen ser impulsivas y pasan con extraordinaria rapidez a través de diferentes estados emocionales extremos, de la tristeza a la euforia y de la ansiedad a la depresión.
  • Trastorno histriónico de la personalidad.
    La característica principal de este trastorno es la necesidad constante de ser el centro de atención, para lo cual suelen desplegar un comportamiento teatral. Son personas con tendencia al drama, poca tolerancia a la frustración y pueden llegar a mostrar sentimientos muy superficiales que cambian rápidamente.
  • Trastorno narcisista de la personalidad.
    Son personas que tienen sentimientos de grandeza y experimentan una profunda necesidad de sentirse admirados. Tienen dificultades a la hora de ser empáticas con los demás ya que creen que son especiales y merecen todo el reconocimiento. Tienden a exagerar sus logros y pueden presumir de su atractivo o el éxito constantemente.
  • Trastorno de la personalidad por evitación
    Se trata de personas que evitan relacionarse con los demás por temor al rechazo y la humillación o a ser juzgados. Padecen una timidez extrema en las situaciones sociales, por lo que les resulta difícil integrarse en los grupos. Además, son muy sensibles a las críticas y a menudo se sienten inadecuados. Las personas con este tipo de trastorno suelen experimentar sentimientos de inferioridad.
  • Trastorno de la personalidad dependiente.
    Las personalidades dependientes subordinan sus necesidades a los demás y dejan que otros tomen decisiones en su lugar. Buscan constantemente la seguridad en quienes les rodean pues se sienten desvalidos e incapaces. Dependen de otras personas para satisfacer sus necesidades emocionales y físicas.
  • Trastorno de la personalidad obsesivo-compulsivo.
    Son personas muy perfeccionistas, excesivamente preocupadas por el orden y el control, hasta el punto que destinan mucho tiempo a verificar diferentes detalles. A menudo se muestran inflexibles pues creen que solo hay un modo correcto de hacer las cosas. Se caracterizan por ser rígidas, perfeccionistas, rumiadoras, moralistas, inflexibles e indecisas. Se sienten muy incómodas cuando no logran la perfección. Se debe diferenciar el trastorno de personalidad obsesivo-compulsivo con el trastorno obsesivo-compulsivo, ya que, aunque comparten cierta sintomatología, no son lo mismo.

 

¿Cómo te ayudamos? Nuestro Tratamiento.

Desde Actúa, en las primeras sesiones, se lleva a cabo una evaluación detallada del problema, analizando la historia biográfica de la persona sus factores de origen y mantenimiento del problema para favorecer la compresión del problema por parte del paciente y presentarle el plan de tratamiento adaptado a su problemática específica.

Como objetivos principales para el abordaje de este tipo de trastornos damos especial importancia a la manera en la que el paciente se ve a si mismo, a las personas de su entorno y a lo que ocurre, sus respuestas emocionales, su trato con iguales y superiores y control de impulsos. Por otro lado trabajamos para que la personalidad de la persona sea más funcional y pueda adaptarse mejor a su entorno y día a día. Ayudándole a comprender y aceptar su mundo interior, sus sensaciones, su comportamiento o rasgos a veces extremos, conflictos o abuso de sustancias.

El tratamiento es totalmente personalizado e integral, dirigiéndose a todos los aspectos que están relacionados en este problema.

Trabajamos principalmente desde una orientación cognitivo conductual integrando también las orientaciones sistémica y humanista trabajando desde las técnicas que ha demostrado más eficacia en el tratamiento y prevención de recaídas de las adicciones y cuyas técnicas están avaladas de forma científica.